Trece interminables kilómetros de ventana abierta al mar. Una orgía de espacios peatonales para caminar, pedalear, correr, holgazanear, soñar, leer, jugar.... oliendo a salitre y a yodo, oyendo el graznido de las gaviotas. ¿Te imaginas vivir en un sitio donde por todos sitios se vea el mar? Pues eso es A Coruña.
La razón es el curioso emplazamiento de esta ciudad gallega. A Coruña se fundó sobre una península unida a tierra por un estrecho istmo, por eso está rodeada de mar por casi todos lados.
Como toda ciudad portuaria y militar, creció con demasiados parapetos
que la escondían del mar. Pero desde finales de los años 80 los
coruñeses han luchado por derribar barracones, naves, muros y obstáculos
y abrirse de nuevo al Atlántico, que fue su razón de ser.
El resultado es este maravilloso paseo marítimo que bordea toda la sinuosa península
(de ahí su longitud, no es que A Coruña tenga 13 kilómetros lineales de
frente marino), desde O Burgo, en el este, hasta Portiño, en el oeste
(con la salvedad del tramo del puerto, aún sin hacer).
En otros sitios tener una casa con vistas al mar es un privilegio; en A Coruña es una obviedad.
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